Deloitte Australia ha admitido que un informe de cuatrocientos cuarenta mil dólares que produjo para el gobierno federal fue generado utilizando inteligencia artificial, completo con referencias académicas falsas e incluso una cita inventada del Tribunal Federal. La firma ahora dice que emitirá un reembolso parcial — el equivalente corporativo a encogerse de hombros y devolver el cambio suelto después de ser atrapados con las manos en la masa.

El informe, encargado por el Departamento de Empleo y Relaciones Laborales, se suponía que debía proporcionar un análisis serio del cumplimiento de las ayudas. En cambio, resultó ser lo que muchos describen como una alucinación generada por IA disfrazada de consultoría. La versión revisada, silenciosamente subida por Deloitte, eliminó las fuentes falsas y confirmó que se utilizó Azure OpenAI GPT-4o para redactar el documento.

Deloitte insiste en que sus "hallazgos fundamentales" siguen siendo válidos — una declaración que sería graciosa si los contribuyentes no estuvieran pagando por ello. Críticos, incluidos legisladores y académicos, han calificado el episodio como un síntoma de la pereza corporativa, donde las empresas multimillonarias ahora subcontratan el pensamiento a chatbots y aún así cobran tarifas premium.

Pero el escándalo va más allá de la descuidada dependencia de Deloitte en la IA. Expone un patrón más amplio de departamentos gubernamentales arrojando dinero de los contribuyentes a gigantes de consultoría por lo que cada vez parece más un aceite de serpiente digital. A pesar de las repetidas advertencias de auditoría sobre el gasto derrochador en consultorías, el ciclo continúa — facturas infladas, informes no verificados y silencio político.

Hasta ahora, ningún funcionario ha explicado por qué un gobierno inundado de advertencias económicas continúa pagando a firmas de élite por trabajos que podrían haberse escrito en un solo comando. La rendición de cuentas, al igual que las citas del informe, parece estar ausente en acción.