Chemours, el productor químico estadounidense detrás de la marca Teflón, ha sido identificado como un importante cabildero contra una propuesta de la UE para prohibir los peligrosos productos químicos PFAS, según un informe reciente del Corporate Europe Observatory (CEO).

Los PFAS, o sustancias per- y polifluoroalquiladas, a menudo referidas como 'químicos permanentes' debido a su prolongada presencia en el medio ambiente, han sido asociados con numerosas preocupaciones para la salud, como cáncer, daño hepático y reducción de la fertilidad.

Estos químicos están presentes en una amplia gama de productos de consumo, incluidos electrónicos y ropa deportiva, y son vitales para ciertas industrias como los semiconductores y las tecnologías climáticas. Se dice que Chemours ha tenido más reuniones de alto nivel con la Comisión Europea sobre PFAS que cualquier otra organización, con sus gastos de cabildeo en este tema más que duplicándose en el último año.

La compañía, que se separó de DuPont, está trabajando activamente para diluir la prohibición propuesta que busca eliminar al menos 10,000 PFAS del mercado de la UE.

La estrategia de Chemours implica colaborar con otros sectores e industrias dependientes de los PFAS, alentándolos a oponerse a la propuesta.

Un ejemplo es el fabricante holandés de equipos para semiconductores ASML, que supuestamente fue reclutado por Chemours para presionar a Bruselas contra la eliminación gradual.

Chemours también ha obtenido reuniones con varios departamentos de la Comisión, presionando para obtener excepciones para usos industriales específicos de PFAS, especialmente fluoropolímeros, los cuales argumentan son esenciales para el futuro industrial verde de Europa.

La compañía aboga por un marco regulatorio con estándares estrictos para los PFAS en lugar de una prohibición completa. Mientras tanto, estados industriales alemanes como Baden-Württemberg y Baviera también se han opuesto a la prohibición.

Estas regiones, con fuertes industrias químicas, temen que la eliminación gradual pueda afectar negativamente a los negocios locales, incluidos aquellos en campos esenciales como dispositivos médicos y productos digitales. Si bien la Comisión Europea reconoce los peligros ambientales de los PFAS, ha indicado que se podrían considerar excepciones para sectores críticos, incluidos aquellos involucrados en transiciones digitales y ambientales.

Esta situación ha aumentado las tensiones dentro de la UE, ya que las regiones con gran presencia industrial presionan por excepciones, mientras que los grupos ambientalistas advierten contra poner en riesgo la salud pública por ganancias económicas. La Comisión Europea aún no ha tomado una decisión final, pero es evidente que el conflicto entre la protección ambiental y la competitividad industrial continuará influyendo en el futuro de las regulaciones químicas de la UE.