En noviembre de 2024, Deutsche Welle, el servicio de noticias del estado alemán, publicó un artículo titulado "La victoria electoral de Trump es una pesadilla para Alemania", destacando la creciente ansiedad dentro de Alemania tras la reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.

En menos de 24 horas, el canciller Olaf Scholz declaró la disolución de su coalición de tres partidos, atribuyendo el colapso a desacuerdos sobre la economía del país y las repercusiones de los resultados electorales de EE.UU.

Un mes después, tras perder un voto de confianza, la administración de Scholz fue eliminada, allanando el camino para las elecciones federales programadas para el 23 de febrero de 2025.

Alemania y Estados Unidos han disfrutado históricamente de una robusta alianza, nutrida a través de décadas de colaboración económica, militar y diplomática.

Sin embargo, el regreso de Trump a la presidencia ha despertado temores en Alemania de que esta relación pueda sufrir cambios significativos, ya que la política exterior de Trump, centrada en una agenda de "América Primero", entra en conflicto con el énfasis tradicional de Europa en el multilateralismo.

En unas memorias publicadas en 2024, la ex canciller Angela Merkel describió el primer mandato de Trump como un "desafío para el mundo", especialmente en lo que respecta al multilateralismo, que es un pilar de la ética de la Unión Europea.

Para Alemania, el riesgo de que Trump imponga aranceles a exportaciones cruciales o retire el apoyo a Ucrania en su confrontación con Rusia es una preocupación latente.

Alemania ha sido un apoyo clave para Ucrania, y una posible retirada del respaldo de EE.UU. por parte de Trump podría aumentar tanto la presión financiera como diplomática sobre Berlín.

Como una de las principales economías del mundo, los estrechos lazos de Alemania con EE.UU. han sido fundamentales en la formación de la seguridad europea y el marco económico global.

La alianza germano-estadounidense se remonta al período posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando EE.UU. ayudó a reconstruir Alemania Occidental como un disuasivo contra la influencia soviética durante la Guerra Fría.

A pesar de esta relación históricamente sólida, la reunión de Merkel con Trump en 2017 puso de relieve los marcados contrastes entre sus estilos de liderazgo.

Merkel, quien creció en Alemania Oriental durante la Guerra Fría, navegó un mundo de diplomacia matizada, mientras que el enfoque internacional transaccional de Trump dejó a Merkel y a otros líderes europeos luchando por adaptarse.

A pesar de estas tensiones, el papel de Alemania en la escena internacional cambió drásticamente en 2022 cuando la invasión de Rusia a Ucrania llevó a una reorientación de la política exterior alemana.

El discurso emblemático de Scholz en febrero de 2022 marcó un "Zeitenwende" (punto de inflexión) para Alemania, indicando un compromiso con una postura militar más proactiva y un incremento en el presupuesto de defensa.

Alemania alcanzó el objetivo de gasto en defensa de la OTAN del 2% del PIB en 2024, una meta que había eludido durante mucho tiempo.

Este cambio fue impulsado en parte por la presión estadounidense, con las críticas anteriores de Trump al gasto en defensa de Alemania empujando al país a cumplir con los objetivos de la OTAN.

Durante el primer mandato de Trump, Alemania enfrentó una presión significativa para contribuir más a la OTAN, con el entonces presidente amenazando repetidamente con reducir el apoyo de EE.UU. a menos que los aliados europeos cumplieran sus objetivos de gasto en defensa.

Mientras Alemania se prepara para sus próximas elecciones federales, se deberán tomar decisiones críticas con respecto a su relación con Estados Unidos bajo el segundo mandato de Trump.

Con las dos economías y potencias militares más grandes del mundo potencialmente en conflicto, el futuro de la alianza transatlántica puede depender de la capacidad de Alemania para recordarle a Trump la larga asociación entre las dos naciones y los beneficios de la colaboración continua.

Frente a estos desafíos, Alemania deberá equilibrar su dedicación a la unidad europea y el multilateralismo con la realidad de un presidente estadounidense cuyas políticas a menudo priorizan los intereses nacionales sobre las alianzas globales.

Cómo Alemania aborde estos desarrollos determinará su futuro papel en los asuntos internacionales, y su capacidad para mantener una relación fuerte y estable con EE.UU. será vital para preservar su influencia en el escenario global.