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Saturday, Jun 07, 2025

Operación Telaraña: Un Golpe Significativo Contra el Poder Aéreo Ruso

Las operaciones ucranianas han impactado severamente las capacidades de bombarderos nucleares de Rusia, reconfigurando las dinámicas militares estratégicas.
El 1 de junio de 2025, Ucrania ejecutó la Operación Telaraña, una maniobra militar que supuestamente infligió graves daños a la fuerza aérea rusa, lo que llevó a consecuencias de gran alcance para sus capacidades de aviación.

Según el Consejo de Seguridad y Defensa de Ucrania, la operación resultó en la destrucción de al menos trece bombarderos nucleares en cuatro bases aéreas rusas ubicadas en Olenya, Belaya, Dyagilevo e Ivanovo.

Este ataque ha sido descrito no solo como un golpe psicológico, sino también como uno con implicaciones estratégicas que pueden durar décadas.

Las imágenes difundidas desde la base aérea de Olenya, situada en la región de Murmansk, confirman la destrucción de dos bombarderos Tu-95MS ‘Bear-H’.

Estas aeronaves, diseñadas originalmente en la década de 1950 y luego modernizadas, son parte integral de los ataques con misiles de Rusia contra Ucrania, cada una capaz de llevar ocho misiles de crucero Kh-101.

En la base aérea de Belaya, aproximadamente a 4,000 kilómetros de la frontera ucraniana, la destrucción incluyó tres bombarderos Tu-95MS adicionales y cuatro bombarderos supersónicos Tu-22M3 ‘Backfire-C’.

Estos últimos, cruciales para el despliegue de misiles Kh-22, no han estado en producción desde 1993. Además, dos bombarderos Tu-160 ‘Blackjack’, cada uno valorado en aproximadamente $750 millones, sufrieron daños severos en el mismo lugar.

Antes del ataque, Rusia contaba supuestamente con solo dieciséis unidades operativas del Tu-160, con una nueva producción que ocurría a un ritmo lento.

Además, un avión radar A-50 'Mainstay', esencial para coordinar operaciones aéreas, fue dañado en Ivanovo.

Rusia tenía solo siete A-50 operativos antes del ataque.

Informes iniciales sugerían que hasta 41 aviones podrían haber sido impactados, lo que generó preocupaciones sobre la magnitud total del daño.

La incapacidad de reemplazar estas aeronaves representa un profundo desafío para el poder aéreo ruso.

El Tu-95MS no ha sido producido desde 1992, y reactivar sus capacidades de producción requeriría superar obstáculos técnicos y logísticos significativos.

Estos incluyen recuperar planos técnicos dispersos, reconstruir cadenas de suministro obsoletas para piezas como los motores Kuznetsov NK-12, y una inversión estimada de más de $20 mil millones.

Las implicaciones a largo plazo del ataque incluyen una reducción en las capacidades estratégicas nucleares de Rusia.

Cada avión Tu-95MS destruido elimina la capacidad de lanzar 64 misiles de crucero mensualmente.

Los bombarderos Tu-95 y Tu-160 representan un componente flexible de la tríada nuclear de Rusia, con su pérdida socavando la efectividad de las opciones de ataque convencionales y nucleares, amenazando la doctrina de 'control de escalada'.

En respuesta a las pérdidas, Rusia podría necesitar redistribuir sus bombarderos sobrevivientes a bases secundarias, lo que podría aumentar los tiempos de respuesta y reducir las misiones operativas hasta en un 30%, según evaluaciones del Estado Mayor de Ucrania.

Informes indican que dicha redistribución ya ha sido observada a través de imágenes satelitales, mostrando bombarderos Tu-160 siendo reubicados a aeródromos menos seguros en Vorkuta dentro del Círculo Polar Ártico.

Los intentos iniciales de contramedidas parecen haber sido inadecuados.

Las defensas aéreas, como los sistemas Pantsir-S1 destinados a proteger estas bases, no pudieron interceptar los ataques de drones lanzados a una distancia de cinco kilómetros.

Las fuerzas rusas habían intentado varias tácticas engañosas, como colocar neumáticos sobre los fuselajes de las aeronaves para confundir a los drones de reconocimiento, pero estas estrategias resultaron ineficaces contra las innovadoras operaciones ucranianas.

En marcado contraste, Estados Unidos ha tomado medidas activamente para proteger sus aeronaves mediante la construcción de hangares reforzados para mitigar vulnerabilidades ante ataques de drones, subrayando una lección crítica en la estrategia de defensa aérea revelada a través de eventos recientes.

El ataque representa un momento crucial para la aviación militar rusa, destacando vulnerabilidades en sus capacidades de defensa aérea y sugiriendo un cambio significativo en el equilibrio de poder aéreo en el conflicto en curso.
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